jueves, 30 de julio de 2015

Dinámicas

DINAMICA 1.: Distanciamiento de las emociones desagradables.


Metáfora de Bienvenidos todos y el invitado grosero (Wilson y Luciano, 2002).

Supongan que se disponen a celebrar la fiesta de su vida y ustedes son los anfitriones. Sólo hay una única norma en la localidad para poder celebrar fiestas, y es que se ha de poner un cartel en la entrada que diga: “Bienvenidos todos”. Ustedes acceden, aunque no están muy convencidos. Ponen el cartel y comienzan a llegar invitados. Cualquiera puede entrar, ya que está el cartel “Bienvenidos todos”. Antes de que puedan ustedes disfrutar de su fiesta, observan a un invitado grosero, sucio, maloliente y maleducado. Inmediatamente, se alertan y van hacia él para echarle, pero no pueden hacerlo (está el cartel de “Bienvenidos todos” e inmediatamente volvería a entrar). No encuentran otra opción que ir detrás del invitado grosero para conseguir que no moleste a otros invitados. ¿Qué hacer para que no moleste? Se le ocurre que puede encerrarlo en una habitación, pero entonces tiene que estar pendiente de que no salga. Finalmente, no le queda más opción que estar llevándole a la puerta de salida y quedarse allí para que no moleste más. Si se despista, rápidamente se mezcla con los invitados y ustedes tienen que volver a estar detrás de él para que no incordie. La cuestión es que si quieren que el invitado no moleste tienen que ser sus guardianes, y a pesar de ello, se les escapa frecuentemente. Lo pueden hacer, son libres de hacerlo, pero tiene un coste muy alto. ¿Están los anfitriones realmente en su fiesta o se la están perdiendo?


Dinámica 2: Distanciándonos de las emociones desagradables.

Ejercicio del observador: no soy mis emociones; soy algo más (Assagioli, 1971).


Ahora examinemos sus emociones. Piensen en aquel momento en el que ustedes estaban tan tristes como no han vuelto a estar nunca más. Déjense deslizar en esa experiencia por un instante. Ahora imaginen aquel momento en el que estuvieron más felices que nunca. Imaginen un ejemplo concreto. Cuando lo tengan en mente, permítanse deslizarse en esa situación. Permítanse sentir lo que sentían al estar allí… al sentir aquello. Ahora piensen en alguna ocasión en que estuvieran aburridos. Represéntense esa situación y sumérjanse en ella. Recuerden ahora alguna vez en que estuvieran contrariados. Imagínenla. Imaginen estar en aquella situación. Ahora represéntense una ocasión en que estuvieran enamorados. Sientan como sentían aquello. Quiero que noten que, a través de todos esos cambios, el usted que estaba triste es el mismo usted que estaba feliz. El usted que estaba enamorado es el mismo usted que estaba aburrido. Advierta que, aunque sus emociones han cambiado constantemente, había un usted que tenía todas esas emociones. Sólo por un momento, caigan en la cuenta de que aunque tengan emociones, ustedes no son sus emociones. Note que aunque sus emociones han cambiado a lo largo de su vida, en todo momento había un usted que permanecía siempre el mismo. El usted que tenía esas emociones es el mismo usted que está aquí ahora. Por un momento tan sólo, déjense notar este hecho fundamental: “aunque tengo emociones, yo no soy mis emociones”.

lunes, 6 de julio de 2015

Segunda Parte: relación entre los procesos psicológicos y la experiencia del dolor.


OBJETIVOS:
1.- Afianzar la comprensión del paciente del nuevo enfoque: Teoría de la puerta de control, así como de la relación entre los procesos psicológicos y el dolor: círculos viciosos del dolor.
2.- Buscar una participación más activa por parte del grupo, utilizando para ello preguntas abiertas introductorias para cada uno de los factores moduladores (físicos, emocionales, etc.) tal y como se señala más adelante .

CONTENIDO:
 En el apartado anterior hemos expuesto como se entiende hoy en día la experiencia de dolor, considerando como si existiera una puerta que controla el paso de las sensaciones dolorosas. Hemos  comentado también como existen diversos factores que controlan el funcionamiento de dicha puerta. En este apartado revisaremos estos factores, diferenciando entre factores físicos, emocionales, cognitivos y psicosociales.

Sin embargo, antes de empezar es preciso realizar una puntualización importante. Hablaremos, en términos generales, de aquellos factores que generalmente contribuyen a la modulación del dolor y a que la persona lo note con mayor o menor intensidad. Es decir, factores que suelen abrir o cerrar la puerta de control. Sin embargo, esto no es una regla fija que funcione igual para todos, así ciertos factores que en la mayoría de las personas facilitan el paso de la estimulación dolorosa (abren la puerta) pueden dificultarlo en otras (cierran la puerta) y viceversa. Por otra parte, estos factores pueden actuar tanto como desencadenantes como mantenedores del problema de dolor estableciéndose lo que se denominan círculos viciosos del dolor y que veremos a continuación.

En cada uno de los siguientes apartados se intenta que los pacientes colaboren activamente y sean ellos mismos quienes, con la ayuda del terapeuta y a partir de la comprensión de la teoría de la puerta y mediante el símil “vamos a imaginar como si en nuestra médula tuviéramos una puerta que deja pasar o impide el paso de los estímulos dolorosos hacia el cerebro”.  Por otra parte, es fundamental que entiendan los círculos viciosos autoperpetuantes que se generan en torno al problema de dolor. De este modo y antes de explicar los diferentes factores se realiza una pregunta introductoria para que los participantes sugieran subfactores que contribuyen a abrir o cerrar la puerta de control al dolor. La explicación que de cada uno de los factores dispone el terapeuta servirá de material de apoyo para clarificar aspectos.

¿Desde vuestra experiencia qué factores físicos consideráis contribuyen a abrir o cerrar la puerta al dolor?.

2.1. FACTORES FISICOS
Aunque no es objetivo de este trabajo, para describir adecuadamente el dolor no podemos olvidar sus características físicas. Entre los factores físicos que influyen en el dolor, contribuyendo a aumentarlo y/o disminuirlo, esto es, a abrir o cerrar la puerta podemos citar desde la intensidad y duración de la estimulación dolorosa, la extensión o gravedad del daño y/o lesión, el mal funcionamiento de los sistemas musculares o arteriales, la existencia de cicatrices residuales dolorosas, factores genéticos/hereditarios o constitucionales, el nivel de tensión muscular, el nivel de actividad y el efecto de los tratamientos físicos y/o farmacológicos.


¿Desde vuestra experiencia qué factores emocionales consideráis contribuyen a abrir o cerrar la puerta al dolor?.

2.2. FACTORES EMOCIONALES
2.2.1. La ansiedad
La ansiedad es uno de los factores emocionales moduladores de la experiencia de dolor que contribuye a que las personas lo perciban con mayor intensidad, esto es, abre la puerta al dolor. Este hecho puede deberse a varias razones. Por una parte a través de la tensión muscular asociada a la ansiedad, dando lugar al círculo vicioso de dolor-tensión-dolor.

FIGURA 3
Por otra parte, debido a la mayor atención que prestan las personas con altos niveles de ansiedad a sus sensaciones corporales, y en consecuencia a su dolor, creando un nuevo círculo de dolor-atención-dolor (Figura 4). Y también a la mayor dificultad de la persona ansiosa para diferenciar sus sensaciones, llegando incluso a confundirlas.

   2.2.2. La depresión
La depresión y los sentimientos depresivos (tristeza, desesperanza, decaimiento, pesimismo...) contribuyen a que la persona lo perciba con mayor intensidad. Sin embargo, todavía no está claro como actúa esta relación y para ello se han dado varias explicaciones posibles. Así, podría ser que los cambios físicos en el sistema nervioso debidos a la depresión permitan a las sensaciones dolorosas circular con mayor facilidad a través suyo, abriendo la puerta al dolor. También podría ser que la persona deprimida tuviera “menor aguante”, tolerando peor el dolor. Por otra parte, el estado cognitivo propio de la depresión se caracteriza por lo que se denomina visión de túnel o focalización de la atención en los aspectos negativos y también en el dolor. En cualquier caso, el dolor afecta al estado anímico y éste a su vez modula la sensación de dolor, creándose un nuevo círculo de dolor-depresión-dolor (Figura 5).

 

2.2.3. La ira

La ira supone también una de las emociones asociadas al dolor crónico. Se considera que tanto la irritabilidad como la dificultad para expresar adecuadamente los sentimientos puedan contribuir a que la persona perciba más dolor. En este sentido, la propia frustración frente a la enfermedad crónica, las quejas somáticas persistentes, la falta de información o la información ambigua sobre la etiología del dolor, acompañado todo ello de los repetidos fracasos terapéuticos, así como de las repercusiones laborales y económicas derivadas de la pérdida de rol y de la dificultad o falta de comprensión del entorno, aumentan la probabilidad de que los enfermos de dolor experimenten estados de ira asociados, contribuyendo así al establecimiento de un nuevo círculo dolor-ira-dolor (Figura 6).
Figura 6
Estas emociones negativas, ansiedad, depresión o ira, independientemente de que se hayan desarrollado como consecuencia o respuesta al problema del dolor o si ya existían previamente, no vienen sino a empeorar la situación disminuyendo la tolerancia del paciente y contribuyendo al mantenimiento del problema mediante los círculos viciosos.

2.2.4. La estabilidad emocional
La estabilidad emocional, el hecho de que una persona se sienta emocionalmente bien y a gusto, se considera un factor que  contribuye a que experimente o note menor cantidad de dolor. Así pues, la ansiedad, la depresión o la irritabilidad serían factores emocionales que contribuirían a aumentar la cantidad de dolor que perciben los enfermos abriendo la puerta al dolor. Al contrario, la relajación, la tranquilidad, los sentimientos positivos y, en general, la estabilidad emocional contribuyen a que la persona lo note menos, cerrando la puerta al dolor. En este contexto, el papel del psicólogo se hace imprescindible para ayudar a los pacientes a reducir y controlar los sentimientos negativos asociados al dolor y a potenciar los positivos o de control.


¿Desde vuestra experiencia qué factores cognitivos consideráis contribuyen a abrir o cerrar la puerta al dolor?.

2.3. FACTORES COGNITIVOS
2.3.1. La atención y el papel de las distracciones:
La atención es uno de los mecanismos psicológicos implicados directamente en la percepción del dolor. Se ha comprobado que si la persona está pendiente de su dolor, si toda su atención está centrada en él, aumenta la percepción del mismo (círculo dolor-atención-dolor). Por el contrario, si la persona centra su atención en otras cosas, se distrae, disminuye la cantidad de dolor que percibe.

2.3.2. Las creencias sobre el dolor

Aquello que la persona cree o piensa acerca de su dolor es un aspecto de gran relevancia. Se ha demostrado que las creencias negativas sobre el dolor, su duración o posibilidades de solución contribuyen a que las personas perciban más dolor y se sientan más indefensas respecto a él. En este contexto, si una persona cree que su dolor durará siempre, que es la mayor desgracia que puede ocurrirle, que no podrá resistirlo o, incluso, que el dolor pueda llevarle a volverse loco o hacer alguna tontería es fácil que tenga una actitud negativa y derrotista frente al problema y sus posibles soluciones, incrementando consecuentemente la experiencia de dolor.

2.3.3. La percepción de control

  La percepción de control de la persona y las estrategias de que dispone para enfrentarse al dolor resultan aspectos de especial relevancia. Parece que los pacientes que consideran que no tiene ningún control sobre el dolor y que desconocen o no saben utilizar estrategias adecuadas para hacerle frente son los que perciben mayor cantidad de dolor. En cambio, aquellos otros que disponen de estrategias de afrontamiento adecuadas y las ponen en práctica tienen el sentimiento de controlar su dolor, hecho que contribuye a que disminuya  su percepción.

¿Desde vuestra experiencia qué factores psicosociales consideráis contribuyen a abrir o cerrar la puerta al dolor?.

2.4. FACTORES PSICOSOCIALES
2.4.1. El entorno
El contexto o las circunstancias en las que se produce el dolor y el significado que tiene para las personas y para su entorno social contribuyen también a que lo notemos con mayor o menor intensidad.

De este modo, la importancia del contexto y/o significado explicaría porqué personas con el mismo tipo de lesión perciben diferente cantidad de dolor en diversas circunstancias o en función del significado que le atribuyan. Así, en el caso de heridas similares se ha comprobado que soldados heridos en combate presentan menos quejas de dolor que civiles con heridas quirúrgicas similares. Mientras el soldado pueda interpretar la situación desde el punto de vista de la suerte de haber resultado herido sin mayores consecuencias, el civil puede estar viviendo su operación como una gran tragedia que le separa de su vida cotidiana.

2.4.2. Las experiencias previas de dolor
Las vivencias anteriores de dolor, tanto propias como de familiares o allegados, pueden influir en la experiencia de dolor, así como en el nivel de atención, creencias y emociones. Ejemplo de ello sería el de una persona que haya visto a algún familiar o persona cercana con graves problemas de espalda que tardaron mucho en curarse, o que no se curaron nunca, y con gran interferencia en su vida cotidiana. Si esta persona nota molestias en la espalda, es probable, que recuerde todo lo que vivió anteriormente y de más importancia al dolor, llegando incluso a notar mayor malestar y ansiedad por temor a que se repitan las vivencias negativas. En cambio, una persona que no haya tenido nunca una experiencia de esta índole o que haya pasado una experiencia positiva (un dolor que se curó con el tratamiento) probablemente responderá mejor.

2.4.3. El apoyo social
Las respuestas de las personas cercanas al paciente hacia las conductas de dolor que manifiesta resultan de especial relevancia. Estas respuestas pueden ser de tres tipos: positivas (prestarle atención, hacerle caso, mimarle, hablar con él,...) negativas (reñirle, enfadarse con él,...) o pueden no dar respuesta alguna (no hacer caso de las conductas de dolor, ignorándolas). Cada una de estas respuestas tendrá consecuencias diferentes. De este modo:
a)    si las conductas de dolor (llorar, quejarse, suspirar,...) del paciente van seguidas de respuestas positivas por parte del entorno, aumentará la probabilidad de que en el futuro se repitan estas conductas.
b)    Si, por el contrario, las conductas de dolor van seguidas de respuestas negativas de los demás, aumentará la probabilidad de que el paciente tenga emociones negativas como ansiedad, rabia o tristeza.
c)    Finalmente, si las conductas de dolor son ignoradas y, en cambio, potenciadas las conductas saludables (no llorar, expresar adecuadamente los sentimientos, usar estrategias efectivas de afrontamiento,...) es probable que la persona disminuya progresivamente las conductas de dolor y aumente las conductas alternativas saludables, siendo capaz de enfrentarse a su vida cotidiana de manera más adecuada.

En la siguiente tabla aparecen resumidos los factores físicos, emocionales, cognitivos y psicosociales moduladores de la experiencia de dolor que contribuyen a aumentarlo y/o disminuirlo o, lo que es lo mismo, abren o cierran la puerta de control del dolor.



Antes de finalizar esta exposición es preciso resaltar el hecho de que a pesar de haber presentado por separado los diferentes factores que pueden influir en la experiencia de dolor, en la vida cotidiana estos factores actúan juntos, influyéndose mutuamente. Así, en cualquier situación relacionada con el dolor entran en juego factores físicos (intensidad de la estimulación, duración...) emocionales (estado anímico, nivel de ansiedad...) cognitivos (atención prestada al dolor, existencia o no de estrategias de afrontamiento...) y psicosociales (el dolor se produce en un contexto determinado y tiene un significado particular).