sábado, 4 de junio de 2016

Como reconocer nuestros valores en la vida

Esto puede parecer algo muy sencillo pero en nuestra vida diaria confundimos objetivos con  valores lo que nos hace ir en una dirección equivocada y nunca alcanzar el bienestar o felicidad que tanto buscamos.

Este ejercicio lo realizan algunos psicólogos en consulta y con él llegamos a conocernos mejor a nosotros mismos.
Con éste ejercicio aprenderemos a averiguar cuáles son nuestros valores y luego a comprometernos con ellos.

Las presiones sociales para que elijamos lo que en nuestro mundo se considera bueno o malo son muy grandes. En este ejercicio es importante tratar de librarse de ellas al máximo. Para ello, se recomienda hacerlo en privado, teniendo presente que, si lo deseamos, nadie va a ver lo que escribamos y que no hay nada bien o mal hecho a priori.

a) Los valores se plasman y concretan en las áreas más importantes de nuestra vida y son específicos de cada una de ellas: familia (hermanos, padres…), amigos, estudios, tiempo libre, pareja, salud/ejercicio físico, inquietudes sociales, espiritualidad, crecimiento y desarrollo personal. Son las consecuencias a largo plazo que buscamos con nuestro comportamiento.

En este ejercicio tenemos que imaginar que es posible realizar todo lo que deseamos sin limitaciones y que vivimos en un mundo ideal en el que podemos desarrollar la fuerza que poseemos para alcanzar nuestros objetivos y aspiraciones más importantes.

No nos debemos limitar pensando que existen dificultades que nosotros no podemos superar, porque estamos en un mundo ideal.

Aquí es importante distinguir los valores de los objetivos.
Los objetivos son consecuencias alcanzables que una vez conseguidos se acaban, mientras que los valores no se consiguen ni se acaban nunca.

Por ejemplo, un objetivo sería tener un balón de fútbol, mientras que el valor podría ser divertirse,  jugar y hacer amigos.
La pregunta clave que nos tenemos que hacer para pasar de los objetivos a los valores es “Para qué quiero alcanzar este objetivo?” o
Qué haré cuando lo alcance?”
Cuando la respuesta es un verbo o una cualidad de nuestras acciones, lo más probable es que hayamos llegado a identificar un valor.

 Otro ejemplo podría ser: “Mi objetivo es tener mucho dinero” 
¿Para qué? Para comprarme un coche
¿Qué haría con él?
Viajar, sentir el viento en la cara, el sol, la naturaleza, potenciar la sensación de libertad   y conocer gente nueva; ahí habríamos llegado  al valor: viajar libremente, sentir la naturaleza y conocer gente nueva.

Otro ejemplo: “Yo quiero estar delgada”
“Para qué quiero alcanzar este objetivo?”
 Para que otras chicas quieran salir conmigo, tener más amigas y gustar a los chicos;  “Qué haré cuando lo alcance?”
entonces podré dejar de encerrarme en casa y en vez de eso podría comenzar a llamar y a quedar con chicas que me caen bien pero que ahora no me atrevo a hacerlo, tendría amigas, podría sentir confianza en mí misma y podría  ir a la piscina o a la playa en verano con mis amigas y salir con un chico que me gustara;  ahí habríamos llegado ya a los valores: ganar confianza y autoestima en sí misma, ser aceptada y querida por chicos y chicas y hacer lo que realmente le gusta hacer en su tiempo libre (llamar a gente que le cae bien, salir con amigas, ir a la piscina y a la playa). 

Si nos resulta más fácil podemos ir escribiendo nuestros objetivos y al finalizar de escribirlos pasarlo a valores ya que estos no son fáciles de identificar a priori sino estamos acostumbrados, es lo que realmente perseguimos en nuestra vida pero a veces no lo vemos.

En este ejercicio se repasan cada una de las áreas anteriores (familia, amigos, estudios…) buscando lo que nos gustaría conseguir en cada una de ellas y repito teniendo en cuenta que estamos en un mundo ideal y que todo  es posible y los sueños se pueden realizar.


Para llegar a descubrir cómo alcanzar nuestros valores se suelen realizar más actividades, pero al final si las hacemos todas bien nos daremos cuenta que para seguir y luchar por nuestros valores hay que pagar un precio, un precio muy caro, pero que sin duda merece la pena. Nos damos cuenta que detrás de un valor hay un sufrimiento que hemos de aceptar y que detrás de un sufrimiento psicológico hay un valor que no estamos siguiendo.

domingo, 17 de enero de 2016

Y tu como sabes



Hace muchos años, en una pobre aldea china vivía un labrador con su hijo. Su único bien material, aparte de la tierra y de la pequeña casa de paja, era un caballo que había heredado de su padre.

Un buen día el caballo se escapó, dejando al hombre sin animal para labrar la tierra. Sus vecinos —que lo respetaban mucho por su honestidad y diligencia— acudieron a su casa para decirle cuánto lamentaban lo ocurrido.


Él les agradeció la visita, pero preguntó:

—¿Cómo podéis saber que lo que ocurrió ha sido una desgracia en mi vida?
Ante estas palabras alguien comentó en voz baja con un amigo:
«Él no quiere aceptar la realidad, dejemos que piense lo que quiera, con tal que no se entristezca por lo ocurrido».
Y los vecinos se marcharon, fingiendo estar de acuerdo con lo que habían escuchado.


Una semana después, el caballo retornó al establo, pero no venía solo: traía una hermosa yegua como compañía. Al saber eso los habitantes de la aldea alborozados, porque sólo ahora entendían la respuesta que el hombre les había dado, retornaron a casa del labrador para felicitarlo por su suerte.

—Antes tenías sólo un caballo, y ahora tienes dos. ¡Felicitaciones!—dijeron.
—Muchas gracias por la visita y por vuestra solidaridad —respondió el labrador. ¿Pero cómo podéis saber que lo que ocurrió es una bendición en mi vida?

Desconcertados, y pensando que el hombre se estaba volviendo loco, los vecinos se marcharon, comentando por el camino:
«¿Será posible que este hombre no entienda que Dios le ha enviado un regalo?».


Pasado un mes, el hijo del labrador decidió domesticar a la yegua. Pero el animal saltó de una manera inesperada, y el muchacho tuvo una mala caída rompiéndose una pierna.
Los vecinos retornaron a la casa del labrador, llevando obsequios para el joven herido. El alcalde de la aldea, solemnemente, presentó sus condolencias al padre diciendo que todos estaban muy tristes por lo que había sucedido.

El hombre agradeció la visita y el cariño de todos. Pero preguntó:

—¿Cómo podéis vosotros saber si lo ocurrido ha sido una desgracia en mi vida?
Esta frase dejó a todos estupefactos, pues nadie puede tener la menor duda de que un accidente con un hijo es una verdadera tragedia.

Al salir de la casa del labrador, comentaban entre sí:
«Realmente se ha vuelto loco; su único hijo se puede quedar cojo para siempre y aún tiene dudas de que lo ocurrido es una desgracia». 

Transcurrieron algunos meses y el Japón declaró la guerra a China. Los emisarios del emperador recorrieron todo el país en busca de jóvenes saludables para ser enviados al frente de batalla. Al llegar a la aldea, reclutaron a todos los jóvenes excepto al hijo del labrador que estaba con la pierna rota. 


Ninguno de los muchachos retornó vivo.
El hijo se recuperó, los dos animales dieron crías que fueron vendidas y rindieron un buen dinero.
El labrador pasó a visitar a sus vecinos para consolarlos y ayudarlos ya que se habían mostrado solidarios con él en todos los momentos.

Siempre que alguno de ellos se quejaba el labrador decía:
—¿Cómo sabes si esto es una desgracia? Si alguien se alegraba mucho, él preguntaba:
—¿Cómo sabes si eso es una bendición?
Y los hombres de aquella aldea entendieron que, más allá de las apariencias, la vida tiene otros significados.

jueves, 17 de diciembre de 2015

"Pille a su pareja haciendo algo agradable... y hágaselo saber"

Esta es una Técnica utilizada dentro de la Terapia de pareja y está destinada a mejorar el clima emocional.

Esta técnica resulta sencilla y produce un alto valor gratificante para la pareja. Se trata de que cada uno de los miembros debe registrar de manera puntual, las conductas, detalles, etc., que el otro miembro haga a lo largo de la semana y que hayan sido valoradas de forma positiva por el receptor o miembro observador. Es decir, cada uno ha de estar pendiente, no de cuándo lo hace mal el otro, sino que ha de estar muy pendiente para detectar cualquier pequeño cambio positivo, gesto, detalle o comentario positivo del otro y que para sí mismo sea positivo. El objetivo es romper la focacalización en el comportamiento negativo del otro miembro, que ha llevado a un estilo atribucional especial ("lo hace porque sabe que me molesta"). Cada dos días, ambos miembros se intercambiarán los registros, para que cada uno de ellos, pueda comprobar cuáles son las actividades o conductas que lleva a cabo y que producen un efecto gratificador en el otro y mutuamente se agradecen tales comportamientos positivos (con una sonrisa, un guiño, una palabra cariños, etc). Esto supone, además de la visión más positiva de cada uno sobre su pareja, un refuerzo positivo de tales conductas que supone el hecho de que la pareja las detecte y valore abiertamente.

La base de este ejercicio, la encontramos en las propias leyes del comportamiento, según las cuales todo comportamiento que se vea favorecido positivamente, a corto o largo plazo, tenderá a repetirse.

Esta técnica, pese a que suele ser muy positiva, puede llevar consigo algunos problemas que podrían disminuir los efectos deseados. Uno de ellos es la atribución por alguno o los dos miembros, de que el otro se comporta de forma gratificante sólo porque el terapeuta se lo ha indicado, no porque realmente lo desee. Aquí, se deberá dejar claro que la iniciativa para realizar ese comportamiento se produce por parte del propio individuo, siendo el terapeuta el que guía esa forma de gratificación.

Otro de los problemas que puede surgir, es quién inicia el cambio. En este caso, nos podemos encontrar con miembros que manifiestan que ya lo han intentado en muchas ocasiones, sin que el otro pusiera de su parte. Aquí es importante resaltar los propios objetivos a alcanzar con la terapia, que no pueden excusarse en la idea de que el otro no ha iniciado la tarea, sino recordar su compromiso personal por mejorar la situación. También puede ocurrir que el tipo de gratificaciones que empleen ambos miembros resulten repetitivas, para lo que el terapeuta deberá planificar e insistir en el tipo de comportamientos más adecuados, enseñando a ambos miembros la utilización de los recursos de cuales disponen.

lunes, 19 de octubre de 2015

Depresión, Terapia de Activación Conductual

La Terapia de Activación Conductual es un tipo de tratamiento estructurado y breve para la depresión de cualquier gravedad. Se basa en la observación de que la modificación del comportamiento puede ejercer un efecto positivo en las emociones.

Los 10 principios de la TAC son:

1: La clave para cambiar cómo nos sentimos es cambiar la forma en que hacemos las cosas.

2: Las circunstancias vitales pueden conducir a la depresión, pero a veces son las estrategias que utilizamos para manejar la depresión las que nos impiden salir de ella.

3: La clave para descubrir qué cosas tendrán un efecto antidepresivo se encuentra en lo que pasa justo antes y justo después de nuestros comportamientos.

4: Nuestras vidas deben estructurarse siguiendo un plan, NO siguiendo al estado de ánimo.

5: El cambio es más sencillo si empezamos por los cambios más pequeños.

6: Preste especial atención a las actividades que son intrínsecamente gratificantes.

7: Su terapeuta será más un entrenador que un maestro.

8: Si la activación conductual fuera tan sencilla los psicólogos no tendríamos trabajo. La terapia de activación conductual requiere un proceso continuo de desarrollo de posibles soluciones y de verificación de su utilidad. Cada paso que nos aleja de la depresión cuenta.

9: No se limite a hablar de ello, Hágalo.

10: Terapeuta y cliente deben colaborar con persistencia y creatividad para superar los obstáculos que a buen seguro entorpecerán la activación conductual.


(Ps Jaime E Vargas M, apuntes para un seminario)

martes, 13 de octubre de 2015

Preguntas de Autoayuda

1) ¿Cómo de viejo/a te sentirías si no supieras la edad que tienes?
2) ¿Qué es peor para ti: fallar o no intentarlo?
3) ¿Cuál es la primera cosa que cambiarías en tu vida?
4) ¿Estás haciendo lo que quieres o te conformas con lo que estás haciendo?
5) Si pudieras ofrecerle a un niño un solo consejo ¿cuál sería?
6) ¿Violarías la ley para salvar a un ser querido?
7) ¿Qué es lo que sabes hacer mejor y de forma diferente que los demás?
8) ¿Cuál es la cosa que te hace más feliz?
9) ¿Qué es aquello que no has hecho y te gustaría hacer? ¿Qué te detiene?
10) ¿Pulsas el botón del ascensor más de una vez? ¿Crees de verdad que irá más rápido?
11) ¿Has sido el amigo que te hubiera gustado tener?
12) ¿Cuál es la única cosa que salvarías si tu casa se estuviera incendiando?
13) ¿Se ha hecho realidad alguna vez tu temor más grande?
14) ¿En qué momento de tu pasado te has sentido más vivo/a?
15) Si supieras que el mundo se va a acabar mañana ¿qué lugar visitarías?
16) ¿Estarías dispuesto a reducir tu esperanza de vida en 10 años por llegar a ser muy atractivo/a o famoso/a?
17) ¿Qué harías si supieras que nadie te va a juzgar por ello?
18) ¿Cuándo fue la última vez que te has dado cuenta de cómo respiras?

19) ¿Cuál es la persona que más amas en este mundo?

jueves, 8 de octubre de 2015

Cuento para pensar

El portero del prostíbulo


Este cuento trata sobre un hombre común. Ese hombre era el portero de un prostíbulo.

No había en aquel pueblo un oficio peor conceptuado y peor pagado que el de portero del prostíbulo... Pero ¿qué otra cosa podría hacer aquel hombre?

De hecho, nunca había aprendido a leer ni a escribir, no tenía ninguna otra actividad ni oficio. En realidad, era su puesto porque su padre había sido el portero de ese prostíbulo y también antes, el padre de su padre. Durante décadas, el prostíbulo se pasaba de padres a hijos y la portería se pasaba de padres a hijos.Un día, el viejo propietario murió y se hizo cargo del prostíbulo un joven con inquietudes, creativo y emprendedor. El joven decidió modernizar el negocio.

Modificó las habitaciones y después citó al personal para darle nuevas instrucciones.

Al portero, le dijo:

- "A partir de hoy, usted, además de estar en la puerta, me va a preparar una planilla semanal. Allí anotará usted la cantidad de parejas que entran día por día. A una de cada cinco, le preguntará cómo fueron atendidas y qué corregirían del lugar. Y una vez por semana, me presentará esa planilla con los comentarios que usted crea convenientes."

El hombre tembló, nunca le había faltado disposición al trabajo pero...

- "Me encantaría satisfacerlo, señor", balbuceó. "Pero yo... yo no sé leer ni escribir."

- "¡Ah! ¡Cuánto lo siento! Como usted comprenderá, yo no puedo pagar a otra persona para que haga estoy y tampoco puedo esperar hasta que usted aprenda a escribir, por lo tanto..."

- "Pero señor, usted no me puede despedir, yo trabajé en esto toda mi vida, también mi padre y mi abuelo..."

No lo dejó terminar.

- "Mire, yo comprendo, pero no puedo hacer nada por usted. Lógicamente le vamos a dar una indemnización, esto es, una cantidad de dinero para que tenga hasta que encuentre otra cosa. Así que, los siento. Que tenga suerte."

Y sin más, se dio vuelta y se fue.

El hombre sintió que el mundo se derrumbaba. Nunca había pensado que podría llegar a encontrarse en esa situación. Llegó a su casa, por primera vez, desocupado. ¿Qué hacer?

Recordó que a veces en el prostíbulo cuando se rompía una cama o se arruinaba una pata de un ropero, él, con un martillo y clavos se las ingeniaba para hacer un arreglo sencillo y provisorio. Pensó que esta podría ser una ocupación transitoria hasta que alguien le ofreciera un empleo.

Buscó por toda la casa las herramientas que necesitaba, sólo tenía unos clavos oxidados y una tenaza mellada. Tenía que comprar una caja de herramientas completa. Para eso usaría una parte del dinero que había recibido.

En la esquina de su casa se enteró de que en su pueblo no había una ferretería, y que debería viajar dos días en mula para ir al pueblo más cercano a realizar la compra. ¿Qué más da? Pensó, y emprendió la marcha. A su regreso, traía una hermosa y completa caja de herramientas. No había terminado de quitarse las botas cuando llamaron a la puerta de su casa. Era su vecino.

- "Vengo a preguntarle si no tiene un martillo para prestarme."

- "Mire, sí, lo acabo de comprar pero lo necesito para trabajar... como me quedé sin empleo..."

- "Bueno, pero yo se lo devolvería mañana bien temprano."

- "Está bien."

A la mañana siguiente, como había prometido, el vecino tocó la puerta.

- "Mire, yo todavía necesito el martillo. ¿Por qué no me lo vende?"

- "No, yo lo necesito para trabajar y además, la ferretería está a dos días de mula."

- "Hagamos un trato", dijo el vecino. "Yo le pagaré a usted los dos días de ida y los dos días de vuelta, más el precio del martillo, total usted está sin trabajar. ¿Qué le parece?"

Realmente, esto le daba un trabajo por cuatro días... Aceptó. Volvió a montar su mula. Al regreso, otro vecino lo esperaba en la puerta de su casa.

- "Hola, vecino. ¿Usted le vendió un martillo a nuestro amigo?"

- "Sí..."

- "Yo necesito unas herramientas, estoy dispuesto a pagarle sus cuatro días de viaje y una pequeña ganancia por cada herramienta. Usted sabe, no todos podemos disponer de cuatro días para nuestras compras."

El ex–portero abrió su caja de herramientas y su vecino eligió una pinza, un destornillador, un martillo y un cincel. Le pagó y se fue..“...No todos disponemos de cuatro días para hacer compras”, recordaba.

Si esto era cierto, mucha gente podría necesitar que él viajara a traer herramientas.
En el siguiente viaje decidió que arriesgaría un poco del dinero de la indemnización, trayendo más herramientas que las que había vendido. De paso, podría ahorrar algún tiempo en viajes.

La voz empezó a correrse por el barrio y muchos quisieron evitarse el viaje. Una vez por semana, el ahora corredor de herramientas viajaba y compraba lo que necesitaban sus clientes.

Pronto entendió que si pudiera encontrar un lugar donde almacenar las herramientas, podría ahorrar más viajes y ganar más dinero. Alquiló un galpón. Luego le hizo una entrada más cómodo y algunas semanas después con una vidriera, el galpón se transformó en la primera ferretería del pueblo. Todos estaban contentos y compraban en su negocio.

Ya no viajaba, de la ferretería del pueblo vecino le enviaban sus pedidos. Él era un buen cliente.Con el tiempo, todos los compradores de pueblos pequeños más lejanos preferían comprar en su ferretería y ganar dos días de marcha.

Un día se le ocurrió que su amigo, el tornero, podría fabricar para él las cabezas de los martillos. Y luego, ¿por qué no? las tenazas... y las pinzas... y los cinceles. Y luego fueron los clavos y los tornillos...

Para no hacer muy largo el cuento, sucedió que en diez años aquel hombre se transformó con honestidad y trabajo en un millonario fabricante de herramientas. El empresario más poderoso de la región. Tan poderoso era, que un año para la fecha de comienzo de las clases, decidió donar a su pueblo una escuela. Allí se enseñarían además de lectoescritura, las artes y los oficios más prácticos de la época.

El intendente y el alcalde organizaron una gran fiesta de inauguración de la escuela y una importante cena de agasajo para su fundador. A los postres, el alcalde le entregó las llaves de la ciudad y el intendente lo abrazó y le dijo:

- "Es con gran orgullo y gratitud que le pedimos nos conceda el honor de poner su firma en la primera hoja del libro de actas de la nueva escuela."

- "El honor sería para mí", dijo el hombre. "Creo que nada me gustaría más que firmar allí, pero yo no sé leer ni escribir. Yo soy analfabeto."

- "¿Usted?", dijo el intendente, que no alcanzaba a creerlo.

- "¿Usted no sabe leer ni escribir?¿Usted construyó un imperio industrial sin saber leer ni escribir? Estoy asombrado. Me pregunto ¿qué hubiera hecho si hubiera sabido leer y escribir?"


- "Yo se lo puedo contestar", respondió el hombre con calma. "¡Si yo hubiera sabido leer y escribir... sería portero del prostíbulo!."

(Jorge Bucay)