Esto puede parecer algo muy sencillo pero en
nuestra vida diaria confundimos objetivos con valores lo que nos hace ir en una dirección
equivocada y nunca alcanzar el bienestar o felicidad que tanto buscamos.
Este ejercicio lo realizan algunos psicólogos
en consulta y con él llegamos a conocernos mejor a nosotros mismos.
Con éste ejercicio aprenderemos a averiguar
cuáles son nuestros valores y luego a comprometernos con ellos.
Las presiones sociales para que elijamos lo
que en nuestro mundo se considera bueno o malo son muy grandes. En este
ejercicio es importante tratar de librarse de ellas al máximo. Para ello, se
recomienda hacerlo en privado, teniendo presente que, si lo deseamos, nadie va
a ver lo que escribamos y que no hay nada bien o mal hecho a priori.
a) Los valores se plasman y concretan en las
áreas más importantes de nuestra vida y son específicos de cada una de ellas:
familia (hermanos, padres…), amigos, estudios, tiempo libre, pareja, salud/ejercicio
físico, inquietudes sociales, espiritualidad, crecimiento y desarrollo
personal. Son las consecuencias a largo plazo que buscamos con nuestro
comportamiento.
En este ejercicio tenemos que imaginar que es
posible realizar todo lo que deseamos sin limitaciones y que vivimos en un mundo ideal en el que
podemos desarrollar la fuerza que poseemos para alcanzar nuestros objetivos y
aspiraciones más importantes.
No nos debemos limitar pensando que existen
dificultades que nosotros no podemos superar, porque estamos en un mundo ideal.
Aquí es importante distinguir los valores de
los objetivos.
Los
objetivos son consecuencias alcanzables que una vez conseguidos se acaban,
mientras que los valores no se consiguen ni se acaban nunca.
Por ejemplo, un objetivo sería tener un balón
de fútbol, mientras que el valor podría ser divertirse, jugar y hacer amigos.
La pregunta clave que nos tenemos que hacer
para pasar de los objetivos a los valores es “Para qué quiero alcanzar este objetivo?” o
“Qué
haré cuando lo alcance?”
Cuando la respuesta es un verbo o una cualidad
de nuestras acciones, lo más probable es que hayamos llegado a identificar un
valor.
Otro
ejemplo podría ser: “Mi objetivo es tener mucho dinero”
¿Para qué? Para comprarme un coche
¿Qué haría con él?
Viajar, sentir el viento en la cara, el sol,
la naturaleza, potenciar la sensación de libertad y conocer gente nueva; ahí habríamos
llegado al valor: viajar libremente,
sentir la naturaleza y conocer gente nueva.
Otro ejemplo: “Yo quiero estar delgada”
“Para qué quiero alcanzar este objetivo?”
Para
que otras chicas quieran salir conmigo, tener más amigas y gustar a los
chicos; “Qué haré cuando lo alcance?”
entonces podré dejar de encerrarme en casa y
en vez de eso podría comenzar a llamar y a quedar con chicas que me caen bien
pero que ahora no me atrevo a hacerlo, tendría amigas, podría sentir confianza
en mí misma y podría ir a la piscina o a
la playa en verano con mis amigas y salir con un chico que me gustara; ahí habríamos llegado ya a los valores: ganar
confianza y autoestima en sí misma, ser aceptada y querida por chicos y chicas
y hacer lo que realmente le gusta hacer en su tiempo libre (llamar a gente que
le cae bien, salir con amigas, ir a la piscina y a la playa).
Si nos resulta más fácil podemos ir
escribiendo nuestros objetivos y al finalizar de escribirlos pasarlo a valores
ya que estos no son fáciles de identificar a priori sino estamos acostumbrados,
es lo que realmente perseguimos en nuestra vida pero a veces no lo vemos.
En este ejercicio se repasan cada una de las
áreas anteriores (familia, amigos, estudios…) buscando lo que nos gustaría
conseguir en cada una de ellas y repito teniendo en cuenta que estamos en un
mundo ideal y que todo es posible y los
sueños se pueden realizar.
Para llegar a descubrir cómo alcanzar nuestros
valores se suelen realizar más actividades, pero al final si las hacemos todas
bien nos daremos cuenta que para seguir y luchar por nuestros valores hay que
pagar un precio, un precio muy caro, pero que sin duda merece la pena. Nos damos cuenta que detrás de un valor hay
un sufrimiento que hemos de aceptar y que detrás de un sufrimiento psicológico
hay un valor que no estamos siguiendo.