EL SISTEMA DE CUIDADOS:
Atender profesional y humanamente las necesidades de las
personas en cualquier momento vital es sin duda una responsabilidad moral que
implica necesariamente a la Psicología.
Los “Cuidados Paliativos” suponen la base de la atención a
pacientes y familiares en la situación de fin de vida.
En la actualidad, la OMS señala que “Los Cuidados Paliativos afirman la vida y
consideran la muerte como un proceso normal, ni aceleran ni posponen la muerte,
proporcionan alivio para el dolor y otros síntomas perturbadores, integra los
aspectos psicológicos y espirituales del cuidado, ofrecen un sistema de apoyo
para que los pacientes vivan tan activamente como sea posible hasta la muerte, ofrecen
un sistema de apoyo a la familia tanto durante el proceso de
enfermedad del paciente, como
después de la muerte para manejar su propio duelo”.
ALGUNAS CONSIDERACIONES DE BASE
1. La enfermedad y el final de la vida son, en última instancia,
cambios a los que el individuo ha de hacer frente. Por tanto, es importante
aceptar el derecho del paciente o familiar a expresar sus emociones, y en
ningún caso sentirlas como un ataque personal.
2. Las emociones son consustanciales, en mayor o menor medida, a
la cercanía de la muerte. Puesto que la muerte es un hecho inexorable, no se
trata de controlar la situación, sino de facilitar la canalización de la
respuesta a la situación.
3. Normalizar la presencia de sentimientos acordes con el
sufrimiento debido a la enfermedad o al deterioro que las personas van viviendo
día tras día.
4. La percepción de control no sólo reduce la indefensión, sino
que también facilita la aceptación de aquello que no se puede controlar.
5. La promoción de estados de ánimo positivos y la potenciación
de recursos de la persona es tan importante a nivel terapéutico como otras
intervenciones dirigidas a disminuir los estados afectivos adversos.
6. Es importante reconocer la naturaleza multifactorial del
origen de las emociones, y tratar de entenderlo. Se trata de empatizar y
hacerse cargo de las mismas.
7. Una adecuada información, la anticipación de situaciones
amenazadoras, la prevención de respuesta y la garantía de soporte son
estrategias necesarias para la confrontación y disminución de los miedos.
8. Es importante estar atentos a las necesidades espirituales
que pueden surgir con gran intensidad.
SUGERENCIAS DE INTERVENCIÓN
Es necesario personalizar las actuaciones aunque las siguientes
estrategias resultan habitualmente útiles:
1. Facilitar el “des-ahogo” emocional, sugiriendo
el contacto con la emoción, la identificación y la comprensión, para,
posteriormente, ayudar a canalizarla.
2. Preguntar motivos (físicos, emocionales, espirituales). Es
importante no inferir las razones de los sentimientos del paciente. Puede estar
reaccionando a una pérdida previa, anticipando un evento aversivo futuro o
sufriendo las consecuencias de un síntoma deficientemente controlado. Considerar
la posibilidad de organicidad.
3. Preguntar y escuchar el abanico de necesidades para valorar
aquellas que pueden ser cubiertas o las que precisan ayuda para conseguir
progresos en el proceso de adaptación.
4. Puesto que los tres componentes esenciales de toda reacción
emocional son: pensamientos,
reacciones fisiológicas y comportamientos será necesario intervenir en cada uno de ellos teniendo en
cuenta sus relaciones interactivas.
5. Resulta de gran ayuda el entrenamiento en reestructuración
cognitiva, facilitando el cambio hacia otros pensamientos productivos que
permitan al paciente reencuadrar su situación y generen bienestar.
6. Fomentar la prevención de respuestas. Preparando a la persona
para aquellos acontecimientos que pueden presentarse en el futuro y pueden
resultar difíciles de abordar, posteriormente, a lo largo de la enfermedad.
7. Propiciar la atención selectiva en las dos vertientes:
positiva y negativa, atendiendo aspectos y pensamientos agradables y dejando
fluir los desagradables.
8. Fomentar una actitud de aceptación activa y serena sabiendo
que las cosas son como son, no como nos gustaría que fuesen. Las técnicas de Mindfullness pueden ser de especial ayuda.
9. Utilizar las técnicas de solución de problemas. Es
especialmente útil en la búsqueda de soluciones o alternativas a situaciones
conflictivas puntuales que aparezcan en la fase final de la vida.
10. Entrenar en técnicas de relajación, visualización,
autohipnosis, y otras similares. Se trata de estrategias complementarias y
nunca alternativas a la terapéutica biomédica paliativa que se administra.
11. Motivar al paciente a ser asertivo en la expresión de sus
propias necesidades tanto con los profesionales como con su propia familia. Con
frecuencia el paciente se refugia en el silencio por no preocupar o agregar
sufrimiento a sus familiares, lo que incrementa su nivel de ansiedad.
12. Dar garantía de soporte desde las claves de disponibilidad,
accesibilidad y confidencialidad, tanto para petición de información como para explicitación
de las emociones.
Como consideración final hemos de hacer hincapié que en que las
técnicas a utilizar en pacientes al final de la vida son las mismas que las que
se emplean con otras personas en diferentes circunstancias vitales. No obstante
igualmente importante resulta ser especialmente sensible a la situación tan
delicada y definitiva para la vida de las personas en que se producen nuestras
intervenciones.
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